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Cómo decidir qué estudiar si no tengo claro mi futuro

Cómo decidir qué estudiar si no tengo claro mi futuro. Vale, lo confieso: hubo un momento en mi vida en el que no tenía ni idea de qué quería hacer. Mientras mis compañeros parecían tenerlo todo claro —el futuro, la carrera, la universidad, el plan maestro de cinco años— yo estaba atrapado en una mezcla de ansiedad, confusión y mil pestañas abiertas en Google.

Si tú también te sientes así, quédate. Este post es para ti.

¿Y si no tengo idea de qué hacer con mi vida?

Respira. En serio, toma aire.
Porque no tenerlo claro no es un defecto, ni un fracaso, ni el fin del mundo. Al contrario, es un punto de partida. Estás parado justo en ese cruce de caminos donde todo es posible… aunque también un poco abrumador, lo sé.

Cuando me sentía perdido, lo peor era la presión: la sensación de que tenía que decidir ya o me iba a quedar atrás. Pero, ¿sabes qué? Elegir qué estudiar no es una sentencia. Es solo un primer paso.

Rompiendo el mito de la “decisión perfecta”

Nos han vendido esta idea de que existe una carrera “ideal” para cada persona. Como si fuera un alma gemela académica que te espera en algún rincón del campus. La realidad es menos romántica y más flexible.

Muchas personas (muchas más de las que te imaginas) cambian de carrera, de trabajo o incluso de industria varias veces en su vida. El camino no es recto, es una especie de laberinto con puertas secretas y callejones sorpresa.

Así que si estás esperando una señal divina, quizá esta sea: no necesitas tenerlo todo resuelto para empezar.

Antes de elegir, conócete a ti mismo

Suena a frase de libro de autoayuda, pero es clave. Cuando no sabes qué estudiar, lo mejor que puedes hacer es mirar hacia adentro. Aquí algunas preguntas que me ayudaron:

  • ¿Qué cosas hago sin que nadie me obligue?

  • ¿Qué temas me hacen perder la noción del tiempo?

  • ¿Qué tareas detesto con el alma?

También probé con uno de esos test vocacionales online. No fue una revelación celestial, pero sí me dio algunas ideas nuevas que no había considerado (spoiler: ingeniería genética no estaba en mi radar hasta ese día).

Haz una lista de lo que valoras: ¿seguridad o libertad?, ¿rutina o variedad?, ¿resolver problemas o crear cosas? Todo suma pistas.

Prueba antes de comprometerte (como cuando pruebas helado)

Una amiga lo dijo así y me encantó: “Antes de comprometerte con una carrera, pruébala como si fueras a elegir sabor de helado”. Y tiene razón.

Hoy en día hay formas súper accesibles de explorar sin presión:

  • Hacer cursos online gratuitos en plataformas como Coursera o edX.

  • Ver charlas TED o entrevistas con profesionales del área que te llama la atención.

  • Preguntarle a alguien cercano cómo es su día a día en el trabajo.

A veces, una pequeña experiencia real vale más que mil folletos universitarios.

Que no te elijan los miedos ni las modas

Estudiar algo solo porque “tiene salida”, porque tus papás insisten o porque está de moda en redes… es una receta para el arrepentimiento.

No digo que ignores la realidad laboral, pero no pongas todos tus sueños en pausa solo por miedo. Conozco gente que estudió contabilidad solo por el sueldo y ahora sueña con pastelerías y cámaras de video.

Tu vida es demasiado larga (y valiosa) para vivirla en automático.

Diseña un plan… con lápiz, no con tinta

No todo tiene que estar escrito en piedra. Yo empecé con un plan B y terminé inventando un plan Z. Y eso está bien. Lo importante es tener una dirección, no un destino final.

Tal vez estudies diseño, pero termines en marketing digital. Quizá empieces en biología y descubras que lo tuyo son los datos. Lo bueno es que muchas carreras y habilidades se pueden mezclar.

Haz un mapa de posibilidades, con espacio para tachones, curvas y giros locos.

Y si te equivocas… también vale

¿Sabías que equivocarte puede acercarte más a lo que realmente quieres? A veces, decir “esto no es lo mío” es tan valioso como encontrar tu pasión.

Conozco a alguien que dejó arquitectura al segundo año, se sintió como un fracaso… y terminó feliz siendo guía de turismo. Lo que parecía un error fue solo un desvío hacia algo mejor.

Conclusión: la brújula está en tus manos

Nadie puede tomar esta decisión por ti. Pero tampoco estás solo. La vida no es un examen donde eliges una opción y ya no hay vuelta atrás. Es más bien una aventura de descubrimiento.

Así que si hoy te sientes perdido, date permiso de explorar, de probar, de equivocarte. Porque al final, lo importante no es tener todas las respuestas… sino tener el valor de empezar a buscar.

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